Totalmente inesperado
Mi corazón era un albergue inhospito, una roca seca, era una playa contaminada, un sol sin brillo. Mi silencios eran una madeja de lana desteñida, polvo de muebles antiguos, olor a pasado constante, desprecio y llanto repartido. Mi boca era sangre seca, flor marchita de besos arrepentidos, huellas humedas imborrables, causa de dolores inmerecidos. Lloré... Si, lloré por todos los que no hice feliz por todas las ganas de querer hasta el fin. Y ahora que has llegado, con tu aroma a primavera, con una sonrisa tan sincera, que definitivamente es tu mejor legado. Con tus ojos de niño inocente derrumbas a diario mis intentos de no quererte, cautivas mis ilusiones y las vuelves de papel, y yo te sigo mirando y me enamoro una y otra vez. Te acercas, me elevas, damos vueltas como locos que no les importa las miradas penetrantes de la gente, somos felices, sonreimos, nos miramos y cuando ese brillo en los ojos se te enciende mi corazón reconoce ahí ...