Las inconfundibles zapatillitas lilas

Sus zapatillitas lilas siempre llamaban la atención de la gente, ese toque de inocencia con ingenuidad le daban un aspecto un tanto infantil mas su perfil era totalmente opuesto.

Siempre se le acercaban el mismo tipo de personas, ella sabía lidíar con eso pero no sabía como era una vida normal.

Tenía ganas de probar, ganas de conocer, de disimular, de fingír, de hacer lo que fuera necesario para lograr un poco de normalidad en su vida. A diario se repetía hoy seré normal y agregaba y tambien feliz.

Fue transcurriendo el tiempo y a medida que avanzaba, esa frase se volvía más monotona y más irreal, su voz se desgastaba junto con las palabras.

Un día corriendo por las calles oscuras pero llena de colores, se detiene ante un cuadro a medio hacer, se detuvo por horas, lo miro una y otra vez tratando de hallarle sentido. Pudo ver un arbol a la mitad, un ornitorrinco a la mitad, una mujer a medias y asi tantas cosas podía imaginar pero siempre a la mitad.

Y fueron aproximadamente 13 días en los que ataba los cordones de sus zapatillitas lilas y partía en busca de aquel extraño cuadro. Los objetos se renovaban a diario, es mágico advirtió ella, hoy aparecían flores, cascos, maquinas de dulces, casas, toallas, frutas de los más llamativos colores, tantos que no se podían contar.

Y así despues de hacer una rutina de por lo menos 2 semanas de visitas pudo visualizar algo más allá, pudo concluír ciertas cosas, inferír otras y llegar a una idea más o menos lógica.

Ese cuadro mostraba su interior, cada día con nuevas ideas, nuevos rumbos, nuevos gustos pero nada completo, nada perfecto, nada acabado, solo intentos de algo nuevo, obras a medio terminar, donde la temática no existía.

Se espantó al ver que su destino o su existencia hasta ese día había sido equivoco e incompleto, sobre un colchón duro lloró y lamentó la tardanza, pensó largas horas tantas que sentía la cara dura por tantas lagrimas que se le secaron encima, pero luego, se levantó aunque sus piernas aún temblaban, se dirigió al cuadro de sus dolores, con pintura y pincel en mano, completó y pinto el las imagenes de aquel día. No logró hacer grandes maravillas, no pintó respetando margenes ni logró hacer los mejores trazos pero si logró completar y pintar todo aquello que necesitaba.


Exhausta del fructifero día, cerró los ojos y durmió.



El final de su destino entre sueños se reveló:
dibuja y pinta, ponle a tu vida color,
disfruta cada día y acepta la existencia y las personas como son,
deja de buscar la normalidad, tu autenticidad es la mejor arma en el rudo camino,
no busques algo a imitar, dibuja y arma tu vida con los colores que quieras actuar.

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